25 octubre 2010

Ernesto dormido

Con lúpulo en la sangre se encendieron las hogueras, con esos fuegos que calcinan los pensamientos sobre los destinos de errores naufragantes, de temores futuros y encierros frustrantes.

En el absimo de aquella mesa intoxicada de pecados embriagantes, de aires a privamera nauseabundos, a un olor de un deseo a  repetir.

A la sombra se vió el cuerpo agonizante, que le dio por caminar sólamente por caminar, y le dio por fumar únicamente fumar, de reír por reír y por qué no, de morir por morir, de asomar su mirada ausente en el mar de un  porqué?, de una pregunta sin respuesta, de un tal vez.

Y al final del paraíso de recuerdos ambulantes, se escuchó un eco de aquella verdad olvidada:

Córtate las alas si quieres volar, salta si tienes el valor, dame un beso si tienes la osadía de soñar, muere si quieres vivir; y si te queda tiempo, mira un instante hacia atrás tan solo para sonreír y no te preocupes si duermo solo para cuidar las estrellas fugaces, que su intermitencia a morir es lo que me permite existir”

Y con la bofetada el grito prematuro y ciego de la realidad  dio por muerto al pensamiento,  y sobre su lápida escribio: "un capricho del destino nada más".


PD: Al final te recompenso con mi admiración Ernesto ¿Quién sabrá que lo escribí para vos?