23 agosto 2009

Resurrección

Hoy escribo por mi
Ya no busco sábanas para diseñarte el horizonte de nuestras miradas
Ya no despierto con las nauseas que me provocaba tu olor
Ya no susurro al viendo las interrogantes de mi órgano cerebral
Ya no espero que el silencio se vea de nuevo violado por algún suspiro de ilusión.

Hoy escribo para mí
Para este ser incoherente que se encontró en un abismo entre la idea y la razón.
Para este ser que se duerme, con el deseo de ser sorprenido cuando despierte.
Que pierde el camino que lo dirige y cierra los ojos para no enterarse de la realidad.
Y le duele la piel por el roce con la brisa del alba, ese roce que se asemeja a la muerte envuelta en una ráfaga de vida y esta a su vez equivale a la miseria, al temor e irremediablemente al rencor.

Estas palabras son para mí, quien perdida, imagina estar en el lugr correcto, donde el horizonte es en vuelta en u.

Hoy despertará mi cuerpo debajo de las cobijas, buscando su olor, su calor, aquello que olvidó.
El cuerpo anestesiado por los diálogos sin sentido.

Hoy o talvez mañana será el momento de que se abran las puertas, y así descubrirá los nuevos olores, que vendrán mezclados con desdichadas fragancias, de cantos afónicos.. de silencios amargos.

Ya no buscarán su voz para inventar un pensamiento, será capaz de susurrar su desgracia y hasta quizás lo pueda pronunciar en voz alta.

Aprendí la lección y me encontraré en un rincón temblando, pidiendo una oportunidad que ya no espero alcanzar, q ya no deseo tener.

Encontraré mi arena para caminar.

Hoy será mi resurrección.

Eso fue lo que pasó

Ocurre que una vez alguien me dijo cuando leyó alguno de mis escritos (o talvez fueron varios de ellos) que debía leer más, que me faltaba técnica para que mis palabras fueran más aptas para ser leídas.
Y me encerré en los libros, buscando formas, colores, olores en cada párrafo, tratando de descubrir que me hacia falta.
Así terminé muchas de mis tardes en una biblioteca o en una hamaca disfrutando de Milan Kundera, de Papini, de Oscar Wilde, inclusive creo que alguna vez, terminé buscando mis escritos en un tal García Marquez (nunca me gustó la manera de escribir de ese autor y disculpen para todo aquel que lo admira, quizás tampoco aprendí a leer)
Y nunca encontré esa pieza que me faltaba esas letras que los demás comprendieran.
Pero es que ocurre que a veces mi día empieza cuando el sol se pone.
Y ocurre que a veces el perder 8 minutos de mi vida con un cigarrillo me hace apreciarla media hora después.
Ocurre que a veces siento que la vida es lo que vendrá, dejando pasar el hoy.
Ocurre que a veces deseo estar con aquella persona que obligué a salir hace tiempo atrás.
Ocurre que a veces los imposibles se vuelven mi meta a alcanzar.
Sucede que a veces cuando necesito de un amigo, prefiero encerrarme en las cobijas de mi cama y así despertar únicamente con mi almohada al lado.
Y al final sucedio que se me olvidó escribir.