15 noviembre 2010

De día o de noche

Todo transcurrió durante la precipitación del suspiro por sobrevivir.

Cuando el amanecer se atrasó un poco más en despedir a la noche embriagada en el sueño, clamando por un poco más de oscuridad. La despedida con su brillo azul fue impecable, no fue necesario gotas de sudor para adornar las palabras que fueron dichas. Ni siquiera fue necesario que la brisa helada rosara el cuerpo ya moribundo de placeres.

El cigarrillo añoraba unos labios, y fue el único consciente de la importancia de la brevedad de la vida, aquella noche.

La perspicacia del primer rayo de sol incendió las alas colgadas sobre el alba nublada.

Y lo único que quebró el silencio fue la risa de su alma desde el otro lado de la habitación, quien se había cansado de jugar a las escondidas.

El amanecer sobrevino como un duende sobre la ventana, hizo su fusión natural de fantasías y realidades... y se desvaneció en búsqueda del próximo arcoíris.

Y Morfeo nuevamente fue vencido, por los caprichos de sueños en naufragios inesperados.