28 noviembre 2009



La incapacidad de las cobijas para protegerme del frío, y la imposibilidad de las almohadas para haceme soñar, es lo que me hace estar hoy escribiendo.
Así como la ausencia del amigo cercano y el temor sobre su futuro es lo que me hace sobresaltarme hoy, lo dijo la mariposa ciertamente el ser joven no nos hace ser inmunes, a pesar de nuestro esfuerzo por creerlo y darlo por acentado. La juventud es únicamente un estado físico, un momento determinado, pero ni aún teniendo o queriendo creer que se tiene mucho tiempo por delante nos hace incapaces a sufrir quebrantos de salud que nos hace pensar que debimos haber apreciado más cada momento pasado, aún teniendo la certeza de que vamos a tener muchos muchos más.

La vida deseamos vivirla con intensidad, hacemos planes para que nuestro futuro se parezca a eso que hemos vivido en nuestros sueños, nos sentamos a programarla, vamos descartando con el tiempo a todo aquel que no es digno de llevarlo en nuestro viaje, pero de repente somos víctimas de nuestra propia fragilidad y nuestros temores nos abrazan,  todos nos encontramos en el mismo nivel, y todos sin importar edad o género somos indefensos.

Ahora queda la esperanza de que este susto prolongado, consecuencia una vez más de la costumbre de nuestras instituciones de prolongar examenes y por tanto resultados, no pase a ser solamente un mal sueño, un mal recuerdo y que deje como resultado únicamente un eterno agradecimiento porque ya haya pasado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dicen que el problema es ese "el creer que vamos a tener muchos momentos más" por eso la vida se torna como un viaje la eternidad. Igualmente prefiero esa ilusa certidumbre.
Saludos