28 marzo 2010

Buenas tardes, es una pena que nos toparamos en este momento de la vida
Es mi deber informarle que aún los pies desean permanecer atados a la cama, a pesar de que el pensamiento esté corriendo a miles de kilómeros de esta villa.
Mis dedos se encuentran enterrados debajo de la arena, y cada vez que sube la marea se hunden un poco más.
Disculpe le entrego esta rosa, esta es la última flor de mi jardín, esto no significa que ya no florezcan más, significa que olvidé la manera de sembrarlas.
El tren está a punto de partir, sé que era mi deber subirme, que el último vagón estaba vació, pero la vista desde esta costa es tan hermosa, la brisa que me abraza es tan fresca,  los atardeceres me han hipnotizado, y  algo me hace presumir que este es mi lugar, que acá es donde pertenezco y no en aquel lugar donde usted construyó una ciudad.
Disculpe... aún no sé hacia donde voy marcando mis huellas, pero estoy segura que no deseo señalar las que me trajeron hasta acá, hace ya bastante tiempo, que el girar en circulos nunca fue mi entretenimiento, y la osadía de creernos eternos me impulsa a seguir por la orilla de la costa.
Le agradezco su intención, no obstante es evidente que este momento no era de nuevo el nuestro, que este momento le pertenecía al tiempo que pasó y no estoy segura de querer reencontrarlo.
Disculpe usted pero esta noche prefiero quedarme escuchando la brisa del mar y este silencio me indica que este es mi lugar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cómo saber si el lugar donde estamos es el lugar donde queremos estar? Cómo distinguir si es amor a la costumbre y al deseo de controlar nuestro entorno o si realmente es el espacio justo para nuestra alma? Y que pasa si eso que llamamos lugar se transforma en un ser humano??????